domingo, 23 de julio de 2017

El apego materno con los hijos múltiples y la importancia de los padres.







   Probablemente todas aquellas mujeres que somos madres, y las que no también, hemos escuchado hablar de la importancia del apego entre la madre y su primogénito en los primeros meses de vida. Hay varios estudios clínicos que hablan de la importancia que este tiene en la salud mental de las personas y en la estabilidad emocional en general.
  Como mamá y psicóloga, al quedar embarazada de mellizas, este fue uno de los primeros temas que me llamo la atención. Comencé a buscar en google y en cuanto libro de psicología del desarrollo encontraba.Cual no fue mi sorpresa al darme cuenta que hay poquísima literatura al respecto.La mayor parte, sino toda la teoría del apego, esta pensada en madres con un hijo a la vez. ¿Y qué pasa cuando son dos o más a la vez?
    Winnicot, padre de la teoría del apego, decía que el niño al nacer, en sus primeros meses de vida construye un vínculo tan intenso con su madre que no logra diferenciar entre quién es él y su madre como dos cosas por separado. El niño siente que él es una continuidad de la madre, ambos se sumen en una simbiosis (vínculo muy intenso y profundo) en el que la madre esta del todo disponible para su bebe, interpretando lo que su hijo necesita y proveyéndolo de esto.
   ¿ Pero que pasa cuando son dos o más? Cómo podría una sola madre estar del todo disponible para dos o más niños al mismo tiempo.
     La psicóloga norteamericana Ruth Simon, habla en un estudio que realizó en el año 2016 que una mamá de mellizos o gemelos siempre quedara en deuda con uno de los niños, ya que no puede tener exclusividad con ninguno de los dos. Es altamente probable que cuando uno de los hijos la necesite ella no podrá estar disponible, dado que esta cubriendo las necesidades del otro.
    Pero es aquí donde dice Ruth que entra la relevancia del papel del padre.
   En la teoría de Winnicot, el padre es quien permite que madre-hijo (pasados unos meses de fusión) rompan la simbiosis. Entra en esta relación facilitando que el niño explore y se encuentre con el mundo, es el tercero que se incluye en la díada.
      En el caso de los mellizos y gemelos, muchas veces el padre cubre las necesidades que la madre no alcanza a cubrir con uno de los niños, por tanto pasa a ser parte del sistema simbiótico padre-hijo.
Entendiendo en este caso al padre como una especie de sustituto del papel que la madre no alcanza a cubrir con ambos niños.
     Lo maravilloso de esto, es que el padre tiene aquí la posibilidad de vivenciar algo muy parecido a lo que viven las madres en la crianza de un hijo a la vez, de poder conectar con las necesidades básicas del hijo de sumirse en una simbiosis, que si bien es cansadora, pero al mismo tiempo genera un vínculo único y especial con los hijos.
     En el caso de los mellizos y gemelos, la simbiosis es poco probable que se de en la misma intensidad que se da en los embarazos de un hijo a la vez, pero en estos se incluye un segundo elemento que tampoco ocurre en los niños que nacen solos. Aquí el hermano gemelo pasa a formar parte de otra diada igualmente intensa que es la gemelo1-gemelo2. Ambos desde el minuto de la concepción existen para el otro, probablemente sin alcanzar a diferenciar que son individuos distintos, hito que deben lograr después en su proceso de construcción de la identidad y luego en el proceso de diferenciación.
           Claramente el desarrollo psíquico de los niños que son hermanos múltiples tiene elementos muy distinto al de los niños únicos.